viernes, 13 de julio de 2012

La lampara de diogenes

El Genio

Un día cualquiera, la paz reinaba en el pueblo. Los varones pasaban el día en las dehesas cercanas cuidando al ganado, moviéndolo de un pastizal al siguiente con más heno.

El canto de vaquería alegraba sus interminables días en los que trabajaban de sol a sol y descansaban de luna a luna.

En el pueblo, las mujeres aseaban sus casas, preparaban los alimentos para sus hombres y una que otra solía a atisbar a sus vecinas por el resquicio de las ventanas. Las mas lanzadas iban donde la comadrona, para averiguar quien era el padre de la ultima jovencita que acababa de parir, sin conocer mozo.

Un día llegó a este idílico pueblo un personaje extraño por el color de su piel, su lenguaje un poco enredado y vistiendo una larga túnica.

Preguntó en la única tienda del pueblo donde podía encontrar al párroco y se fue.

Unos pocos días después, las campanas, de la aun en construcción, iglesia sonaron convocando al pueblo a la plaza principal, que como todas las plazas principales queda al frente de una iglesia. Esto era algo inusual, el párroco solo tocaba las campanas en los días de la semana santa y el día de la patrona del pueblo.

Las mujeres se alborotaron, los chismes iban y venían, cada vez con especulaciones de cual seria el motivo de tal toque.

Esperaron ansiosas a que sus hombres volvieran del campo al anochecer, para contarles el suceso y lo que cada una tenía en mente iba a pasar.

Llegó la tarde, muy poco antes del anochecer.

La gente se arremolinaba en la plaza, la esposa del alcalde y del jefe de policía, se sentaron en la primera fila, vistiendo sus mejores trajes adornadas con joyas baratas y perfumadas con pacholí.

Atrás se situaron los hombres.

Las ventas de fritos y refrescos aparecieron como por arte de magia.

Finalmente se abrió la puerta principal de la iglesia y aparecieron  el párroco y el forastero recién llegado.

El párroco tomo la palabra y después de unas palabras en latín, que nadie entendió pero que todos afirmaron con sus cabezas con un si de aprobación, el párroco, presentó al extraño personaje, quien a los aplausos del respetable, agradeció con una profunda venia.

El cura explicó a la muchedumbre, que el personaje que le acompañaba era un mago que venia a cumplir cualquier deseo que el pueblo le pida y que al día siguiente se reunirían de nuevo para conocer la petición y tanto el párroco como el genio, desaparecieron tras las puertas de la iglesia que se cerraron.

Desde ese momento hasta el día siguiente no hubo paz en el pueblo, cada uno tenia algo que pedir. La población fue de la discusión de los diferentes temas propuestos hasta las grescas entre los más acalorados.

Finalmente el alcalde medio en la discusión y propuso que la persona mas vieja del pueblo hiciera la petición.

Hubo un acuerdo general, sin que faltara la crítica airada de los exaltados.

El alcalde fue comisionado para hacerle el encargo al anciano mayor, quien ya no veía, ni oía y de aquello menos.

El anciano acepto y se dispuso a enfrenarse con el genio.

En el camino a la iglesia el anciano hacia girar en su cabeza la petición que haría.

Subió al atrio de la iglesia, tomo el micrófono, para que todo el pueblo lo oyera y dijo:

Quiero volver a ser joven, lleno de vida, pero sobretodo vigoroso…

Y el genio lo convirtió en un…burro.


El GenioUn día cualquiera, la paz reinaba en el pueblo. Los varones pasaban el día en las dehesas cercanas cuidando al ganado, moviéndolo de un pastizal al siguiente con más heno.El canto de vaquería alegraba sus interminables días en los que trabajaban de sol a sol y descansaban de luna a luna.En el pueblo, las mujeres aseaban sus casas, preparaban los alimentos para sus hombres y una que otra solía a atisbar a sus vecinas por el resquicio de las ventanas. Las mas lanzadas iban donde la comadrona, para averiguar quien era el padre de la ultima jovencita que acababa de parir, sin conocer mozo.Un día llegó a este idílico pueblo un personaje extraño por el color de su piel, su lenguaje un poco enredado y vistiendo una larga túnica.Preguntó en la única tienda del pueblo donde podía encontrar al párroco y se fue.Unos pocos días después, las campanas, de la aun en construcción, iglesia sonaron convocando al pueblo a la plaza principal, que como todas las plazas principales queda al frente de una iglesia. Esto era algo inusual, el párroco solo tocaba las campanas en los días de la semana santa y el día de la patrona del pueblo.Las mujeres se alborotaron, los chismes iban y venían, cada vez con especulaciones de cual seria el motivo de tal toque.Esperaron ansiosas a que sus hombres volvieran del campo al anochecer, para contarles el suceso y lo que cada una tenía en mente iba a pasar.Llegó la tarde, muy poco antes del anochecer.La gente se arremolinaba en la plaza, la esposa del alcalde y del jefe de policía, se sentaron en la primera fila, vistiendo sus mejores trajes adornadas con joyas baratas y perfumadas con pacholí.Atrás se situaron los hombres.Las ventas de fritos y refrescos aparecieron como por arte de magia.Finalmente se abrió la puerta principal de la iglesia y aparecieron  el párroco y el forastero recién llegado.El párroco tomo la palabra y después de unas palabras en latín, que nadie entendió pero que todos afirmaron con sus cabezas con un si de aprobación, el párroco, presentó al extraño personaje, quien a los aplausos del respetable, agradeció con una profunda venia.El cura explicó a la muchedumbre, que el personaje que le acompañaba era un mago que venia a cumplir cualquier deseo que el pueblo le pida y que al día siguiente se reunirían de nuevo para conocer la petición y tanto el párroco como el genio, desaparecieron tras las puertas de la iglesia que se cerraron.Desde ese momento hasta el día siguiente no hubo paz en el pueblo, cada uno tenia algo que pedir. La población fue de la discusión de los diferentes temas propuestos hasta las grescas entre los más acalorados.Finalmente el alcalde medio en la discusión y propuso que la persona mas vieja del pueblo hiciera la petición.Hubo un acuerdo general, sin que faltara la crítica airada de los exaltados.El alcalde fue comisionado para hacerle el encargo al anciano mayor, quien ya no veía, ni oía y de aquello menos.El anciano acepto y se dispuso a enfrenarse con el genio.En el camino a la iglesia el anciano hacia girar en su cabeza la petición que haría.Subió al atrio de la iglesia, tomo el micrófono, para que todo el pueblo lo oyera y dijo:Quiero volver a ser joven, lleno de vida, pero sobretodo vigoroso…Y el genio lo convirtió en un…burro.